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miércoles, 31 de agosto de 2011

Lago di Garda 6. Limone sul Garda. Riva del Garda.

Tercer día. Igual que ayer me levanto tempranito, doy una vueltecilla por el camping (hoy hay cantidad de gente nueva montando sus tiendas y carabanas) y vuelvo al apartamento. Cuando entro la rubia ya está preparando el desayuno .... espera, espera: Natalia = morena (por lo menos en ese momento), Vicky = morena ... nooooo, yo no venía con ninguna rubia. Uy, va a ser que me he equivocado de apartamento. Digo un "sorry" y salgo de allí mientras oigo como los legítimos inquilinos echan las cadenas y atrancan la puerta con sillas y mesas. Tras desayunar en el apartamento correcto (los vecinos antipáticos no me ofrecieron ni una triste magdalena) partimos hacia el primer destino del día, ....

El balcón del miedo

 

Este mirador está situado como a la mitad del lago por el lado derecho. Mientras que la orilla izquierda es prácticamente llana, la orilla derecha es prácticamente un acantilado. Para llegar allí pillamos un poco de atasco y tuvimos que esquivar un montón de ciclistas que por alguna razón pensaban que lo más relajante que podían hacer un sábado por la mañana era dar un paseo por una carretera en la que casi no caben dos coches y que está llena de italianos conduciendo. Desde luego valor si que le echan. Los atascos venían provocados por un par de accidentes. Que raro. Quiero decir, que raro que sólo viéramos dos. Nada más llegar y bajarnos del coche (casi no hay aparcamiento, sólo un trocito justo antes de que empiece un túnel) otra vez más gritos de Natalia (esto empieza a ser una constante en este viaje). Desde luego esta vez los gritos estaban más que justificados. Resulta que a un imbécil individuo se le ocurrió aparcar derrapando justo a nuestro lado y casi se lleva por delante a Ángel. Y encima se baja y pone una sonrisilla de "no pasa nada, que yo controlo". Que ganas de tirarle barranco abajo me entraron.

Lago di Garda. Mis pies colgando en el balcón del miedo.
Lago di Garda. Balcón del miedo.
Lago di Garda. Tuenel y aparcamiento en el balcón del miedo.
Lago di Garda. Balcón del miedo.











Lago di Garda. Vistas desde el balcón del miedo
Lago di Garda. Vistas desde el balcón del miedo.
Lago di Garda. Vistas desde el balcón del miedo
Lago di Garda desde el balcón del miedo.











Desde el aparcamiento sale una carretera abandonada (sólo se puede ir andando o en bici) que sube por la ladera. Como podéis comprobar las vistas de allí son bastantes chulas. Además es la carretera que siguen la mayoría de los ciclistas kamikazes. Tras las fotillos de rigor seguimos nuestro camino hacia ...

Limone sul Garda

 

La carretera está llena de túneles bastante largos (muy espectaculares) y entre túnel y túnel hay varios hoteles con sus terrazas. Paramos en una de estas terrazas para tomar un café calentito (es que hacia bastante frío). Se nota que es un sitio muy turístico y el camarero no deja de hacer bromas con la clara idea de que le dejemos propina (pobrecillo). Tras el cafelito otra vez y al coche para llegar enseguida a Limone. El pueblo es para mi gusto el más bonito del lago. Está colgado en el acantilado y tiene bastantes sitios para ver. Nosotros sólo entramos en el museo del Lago di Garda, una mezcla de fotos y cosas antiguas. No está mal (para ser gratis) pero no es nada del otro mundo.  Por supuesto si el pueblo se llama Limone no pueden faltar los limones tamaño melón.

Limones gigantes de Limone sul Garda
Limones de Limone.
Vista general de Limone sul Garda
Limone sul Garda.











Lo mejor desde luego es perderse por las callejuelas llenas de puestos. No os perdáis las frutas deshidratas (hay cantidad y están riquísimas, aunque no son nada baratas). A la hora de comer también hay cantidad de sitios. Nosotros nos decidimos por uno de los bares que hay en el muelle. La pizza, bueno, regular. Según nuestra experta gastronómica sabía como las del Mercadona. Lo que estaba rico rico de verdad eran los helados.

Helado en Limone sul Garda
Super helado.
Muelle de Limone sul Garda
Muelle de Limone sul Garda.













Tras comer, un mini paseo y un intento fallido de hacer el check-in online para que no nos volvieran a overbookear. En realidad no fue intento, fueron quince (dos horas en un ciber-cafe, osea, en un café que tenía un ordenador). Un diez para la página de Iberia (un diez sobre cien). Al final desistimos y volvimos al coche para visitar el último pueblo del lago (y el último que íbamos a ver), ...

 

Riva del Garda

 

Está bien, pero a mi es el que menos me gustó, un poco soso. También es cierto que llegamos cuando empezaba a anochecer. Sólo dimos una vuelta rápida por el parque. Lo mejor el niño mata-patos que disfrutaba como un sádico tirándoles piedras ... hasta que con la emoción acabó dentro del lago :-). Riva está en la punta del lago y se suponía que desde allí se podía ver todo, pero comparado con el resto de sitios en los que estuvimos las vistas no eran tan espectaculares.

Lago di Garda desde Riva
Vista del Lago di Garda desde Riva.
Birreria de Riva
Cervecería.











Como ya era muy muy tarde volvimos al camping. Fuimos por la orilla izquierda (osea se, la otra) pero esta vez por autovía. Así y todo se tarda cerca de una hora. Y un a vez en el camping nada de a descansar, teníamos que dejarlo todo limpito para que la señora del camping no se mosqueara y nos devolviera la fianza. Que sí incrédulos, que lo limpiamos todo. Aquí tenéis las pruebas.














La "señora del camping" se enrolló y nos devolvió la fianza sin ni siquiera ver cómo habíamos dejado el apartamento o si nos habíamos dedicado a saquearlo. Lógicamente parte de la fianza se gastó en Lambrusco :-). Y nada más, a dormir que al día siguiente había que madrugar para volver a casa (ooooh).

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